Escribir un poema se parece a un orgasmo: mancha la tinta tanto como el semen, empreña también más en ocasiones. Tardes hay, sin embargo, en las que manoseo las palabras, muerdo sus senos y sus piernas ágiles, les levanto las faldas con mis dedos, las miro desde abajo, les hago lo de siempre y, pese a todo, ved: ¡no pasa nada! Lo expresaba muy bien Cesar Vallejo: "Lo digo y no me corro". Pero él disimulaba.
Mientras la ciencia a descubrir no alcance las fuentes de la vida y en el mar o en el cielo haya un abismo que al cálculo resista; habrá poesía.
Vení a dormir conmigo no haremos el amor él nos hará. Julio Cortázar.
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Somos o no somoS
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